jueves, 26 de mayo de 2016

El día  antes de la felicidad, no dejo de pensar en ese libro de Erri de Lucca , esa pieza bellísima como madera quemada sobre la playa, ya sabes el galeón antiguo, el incendio, el océano mar, el tiempo, las astillas, la espuma, la hijita de alguien, sus ojos y de pronto ese dedo mínimo que se acerca a recoger la astilla dorada de arena y une el tiempo, mientras su madre lee sentada en la roca.

Digamos que de vez en vez vale la pena haber resistido la guerra de los días, digamos que de pronto uno se encuentra  a otros seres, así sin expectativas, sin pretensiones de amor romántico, sin mezquindades, sólo espejos de sí mismos y te ves reflejada hermosa la experiencia en la vida y sabes que ha valido la pena vivir para reconocerles, aunque nunca los veas, aunque nunca te vean, son esos hilos que sostienen la vida, no sé cómo explicarlo y no importa, ¿Es así, no es verdad? Explicarlo es lo que menos importa pero saberlo da alivio.

Aunque claro cuando uno descubre el hielo como cualquier Buen Día dan ganas de levantarse de la silla  y dar vueltas de perro y morderte los nudillos  en actitud de Marga López, sentarte, levantarte, quitarte el sombrero, rascarte la cabeza, deslizar una caja de cerillas.

Como encontrar un mensaje en un buzón de árbol, escrito por el árbol:
-¡No debes creerte la mierda de la vida! -
-Ya ves Ofelia te lo dije-
 y al segundo se olvida el mensaje  para volverse a descubrir un día en el lomo de una iguana.

Es besarte en la frente antes de salir, llévese un  beso mi chula,  por haber regresado volando del infierno como Ícaro, aunque venga así con las alas chamuscadas que dan pena y me llene de azufre la cocina. Es mirar a los niños y recubrirles de ánimo  la pancita antes de que les llegue de golpe toda la tristeza del mundo.

No, no  todos  en este mundo lo pueden comprender, así de golpe como la Violeta, en este mundo rastrero  en donde todos venden hasta su nombre para que se diga que existieron, existir  es haber sido mirada a los ojos por una campesina que te ha llamado compañera.

En fin debería de haber consejos de niños con mucosas recubiertas para decir el rumbo de la humanidad, se salvaría la mitad de la población de perros en las asambleas, deberíamos solamente de cuidar que no se avienten al vacío  en la clase de salir a la fuente, en la clase de escuchar los trinos, en la clase de correr gritando y dejarlos crecer

Ay Samsara deberíamos de poder ser libres desde antes como cuando nacíamos, pero cómo lo apreciaríamos si no lo hemos ganado. Si se ha de terminar a la altura de un cerezo o un naranjo reconciliados a besos de ternura con la vida que nos lloro tanto.

Quizá la belleza no se encuentra ni se busca sólo se reconoce, asi que bienvenida sea.

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