martes, 31 de mayo de 2016

Dijeron que ese día, esa semana, ese mes, a lo largo de esta vida estarían ahí, caminando entre la gente, en algún cine, en el teatro, que saldrían a comer con sus amigos, dijeron que andarían ahí sueltos como cualquiera, visibles,  ¿ves?  A la vista. Tierras hermosas a la vista.

Estamos así al alcance de las manos, el problema siempre está  en coincidir, pero al menos una vez se ha de coincidir,  se iban siguiendo las pistas y no importaba cuando, ni donde, la humanidad estaba en su momento más luminoso y oscuro, la gente se podía mirar tal cual era, había tanta violencia, había tanta tristeza, tanta miseria, tanta injusticia, y estábamos nosotros, buscándonos, desde siempre buscándonos, perdiéndonos, encontrándonos.

Estábamos ahí cada uno trabajando, despacito, trabajando, con las manos, con las piernas, con el canto, escribiendo, tirando líneas de pescador, ya nos podíamos reconocer, in fact, nos hemos encontrado.

Voy a estar aquí viviendo como soy, ando, miro y siento; la vida ha sido tan cruel y generosa conmigo. Mirarte alguna vez es algo que coronaria con flores las enredaderas. Le temo poquito a la nada, ya todo me paso encima, así que humildemente apuesto mi resto.

El silencio, los madrazos limpios  me han dado esta epidermis, vine a este mundo con el  corazón expuesto y yo camino, camino mucho,  leo en los parques, en los panteons, en los hospitales,  a veces entro a las iglesias a dormir, voy a las últimas funciones y me quedo hasta que terminan los créditos, tengo este tonto habito de saludar a los perros en la calle, no es mi culpa siempre responden, te miran a los ojos y sientes alivio. 

Como si hubiera esperanza para nosotros los humanos, como si también te hubieran visto pasar quizá (quizás quizás, quizás) también deseando haberme encontrado.


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