miércoles, 22 de agosto de 2012

Quise ser.
Quise ser árbol y me fui al campo, de mis pies empezaron a brotar raíces;
unas pequeñas y delgadas otras grandes y gruesas pero todas de un bello color café,
se introducían en la tierra ansiosamente.
De mis manos y mi pelo nacían miles de hojitas verde esmeralda que se colocaban en las ramas armoniosamente, entonces fui bosque.

Cuando quise ser agua me fui al océano, me recosté en la arena y sentí como mi cuerpo se desintegraba en millones de doradas arenillas, me convertí en playa. Una enorme ola turquesa con sabor a sal me cegó arrastrándome sin clemencia, entonces fui mar.


La cárcel del cuarto se me viene encima, las paredes blancas y frías forradas de una especie de tela acolchada dan al ambiente un silencio doloroso.

De pronto mis ojos descubren una puerta necesariamente cerrada en la cual brilla una inadvertida llave.

Me acerco temerosa al tocarla descubro que es real, entonces me dice: ¡Gírame Alicia, abre la puerta, ya puedes ser libre!

Margarita Velásquez Escocia (madre)
18 jul. 12

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